jueves, 5 de abril de 2012

El juicio a la cultura


El 12 de octubre de un hipotético 4.357, en los juzgados de la ciudad de Toledo los abogados Jack Fernández y Rose Benítez sufrieron un proceso por enseñar presuntamente malas artes a su hijo. El juez, además de ser amigo del gobernador civil, compartía radicalmente su ideología.
-Fiscal, muéstreme las pruebas. Les ruego que sean concisos.
-Con sumo gusto. Sólo tengo una; sin embargo, es irrefutable. Su estimada señoría, aquí se oirá hablar delante de un bebe en castellano, y por desgracia, no como uso histórico, sino con intenciones lectivas. Me da pena, unos abogados con un futuro tan brillante que ya no será por una desacertada elección…
El abogado le dio a play. Entonces, se oyó conversar en el idioma de Cervantes. Con cada frase, los miembros del jurado se estremecían como si cada palabra fuese una bomba lanzada desde el cielo. Por sus miradas, parecía que los abogados eran unos asesinos sedientos de sangre.
-Y bien señor Fernández- le dijo el juez puesto que hubo decidido ser su propia defensa- ¿tiene algún argumento para rebatir tan evidente prueba?
-¿Acaso es inmoral convertir a tu hijo en poliglota?
-Según la constitución que rige el mundo desde el 5 de Marzo 3811, sí. ¡Qué es eso de dividir al mundo mediante las lenguas! ¡Como democracia, sólo unidos prevaleceremos! Pese a todas las guerrillas que hubo en aquel siglo, ese muro ya fue derruido. Desde entonces, todo funcionario, entre los que me incluyo, jura que evitará como sea que nostálgicos e insatisfechos de la vida la reconstruyan. Es más, todos los ciudadanos tenemos el derecho y el deber de hablar en inglés. Tras esta aclaración le repito la pregunta: ¿tiene algún argumento para rebatir tan evidente prueba?
-No, reconozco y me enorgullezco de eso que llamáis delito. Me da pena la gente como usted que no respeta los idiomas por no haberse cuestionado nunca su educación. Además, ustedes no buscan la unión sino la sumisión e uniformización. ¡Y pensar que hubo un tiempo en el que nuestro pueblo hacía lo mismo! Eso acabó tras la inserción de la democracia, pero paradójicamente vivimos en una democracia de retrógrados que necesita ser renovada.
-Oyes las sandeces que…
-Gracias fiscalía, las oigo. Señor Fernández, ¿Algo más que alegar?- negó con la cabeza. -Señora Benítez. ¿Comparte usted la opinión de su marido?
-Sí, amo los idiomas por amor al arte, por la pluralidad que conllevan e incluso me atrevería a alegar que por mero pragmatismo.
-¿¡Cómo!?- la fiscalía, frunciendo el ceño.
-Facilitan el aprendizaje –hubo bastantes risas-, aumentan la tolerancia eta zuek ez dakizuen hizkuntza batean hitz egin dezaket, niri egin ezin diezadakezuena[1]- dijo en aquella lengua muerta a ojos del gobierno llamada español, lo que provocó enfado, ira y repulsión entre la mayoría los presentes.
-Esa falta de respeto se tendrá en cuenta en el veredicto. ¿Tienen algo más que añadir o basan su defensa en tan escasas justificaciones?
-Sí- Jack, rectificando su silencio anterior- lamento el día en el que se firmó el tratado de “Unión mediante las Grandes Lenguas”. Primero se exterminó a las que eran habladas por menos de 10000 personas, cuando una sola es suficiente para que una lengua merezca sobrevivir. Esto convirtió otras en minoritarias y, como diría MacLeod, sólo pudo quedar una. Y encima nos tocó la que se hubo extendido mediante la guerra y el genocidio, la del pueblo que exterminó a los indios y a los indígenas de Oceanía, ese de la gran democracia unida y prevalecedora…
-Bien. Gracias por sus observaciones. Jurado, reúnanse en privado, debatan el caso y pronuncien su veredicto.
No dedicaron mucho tiempo a deliberar: por algo fue este jurado popular escogido aleatoriamente entre los mejores expedientes; es decir, los que veneraban al sistema. Dictaminaron unánimemente que eran culpables.
-Irán a la cárcel durante tres años para que sean rehabilitados gracias a nuestros psicólogos. La custodia de su hijo será otorgada al gobierno. Puedo prometerles que recibirá un buen cuidado. Tras los tres años pasarán un control que determinará sus aptitudes como progenitores. ¡Ojala aprovechen ese tiempo para recapacitar por el bien de su primogénito!
El juez estaba tan convencido de su ética y filosofía, de su Gran Verdad que rige el mundo, que denunciaría hasta a su esposa, si hiciera falta. Poseía ese aire paternalista tan propio de los autoritaritas. Además, no estaba acostumbrado a que le llevaran la contraria, no tan a la cara al menos. Por todo esto, fue tal su estupefacción al oír:
-Zer demontre axola dit kopurua. Zenbat eta urte gehiago kartzelan egon, orduan eta jende gehiagok jakingo dute erdera[2].
-Serán cuatro por insultar al juez- enojado. -Y que sepan que esto se hace por la todos querida Paz.
-Más bien por la ustedes ansiada Pax.
-¡Cinco y quítenlos inmediatamente de mi vista! ¡Tanta osadía contra mi magnánima sanción! Dudo que vuelvan a ver a su primogénito si no cambian de actitud.
Fueron a la cárcel; mas sus ideales jamás se corrompieron e intentaron extenderlos todo lo que pusieron. Allí conocieron a otros con similares ideales; no obstante, eso es otra historia y será contada en otra ocasión.



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Notas 1)Las traducciones no son literarias, ya que cada frase se adapta a cada idioma.
2)Con esto no intento mostrar la situación actual, sino a como a algunos les gustaría que fuera la situación actual para el euskera (por si acaso)

[1] y puedo hablar en un idioma que ustedes  no dominan, mientras que ustedes no pueden hacer lo mismo conmigo
[2] Por mí como si son diez. En la cárcel sólo hablaremos en castellano y al final todos los de allí acabarán aprendiéndolo

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