martes, 6 de marzo de 2012

Sobre falsos patriotas

Seguramente, todos conoceremos a gente que mano en pecho afirma constantemente que ama a su patria, sea esta su villa, su nación o el mundo. Yo no sé qué es lo que tiene que hacer uno para demostrarlo, seguro que hay mil y un formas, pero sé cuándo son arrogantes palabras que pudieran ser pronunciadas en plena taberna birra en mano.

Yo sé que no es patriota todo aquel que tenga escrúpulos de destrozar los paisajes naturales de su patria, ya sea convirtiendo bellas playas en ciudades con arena y agua o contribuyendo a quemar los bosques de la Madre Gaia, hasta el punto de que si de ellos dependiera, no los disfrutarían ni nuestros hijos… ni los suyos.

También sé que un patriota no defiende el capitalismo salvaje. Muchos gentilhombres han tenido la amabilidad de arrancar nuestro corazón industrial para llevarlo a países con condiciones laborales precarias. No tienen ningún escrúpulo en dejar desamparados, sin empleo, a obreros de su tierra en aras de abusar de otros. Volverán los oscuros carroñeros a esta tierra empleo crear, pero los derechos laborales, esos… no permanecerán. Como un péndulo, cuando un país logra mejoras sociales significativas, el estado oscila hacia el liberalismo. ¡Maldita serpiente que se muerde la cola!

Además sé que un patriota ni roba a su país, ni estafa o elude a Hacienda declarando su patrimonio en los vampiros fiscales (Suecia, Mónaco…). Tampoco intenta colarse en el poder para sacar la mayor tajada posible, ni deja al estado en ruinas como las griegas.

Ten cuidado con los que destrozan a tu nación: puedes focalizar el sentimiento de culpa hacia las personas equivocadas. El terrorismo, la violencia callejera son arañazos frente a los auténticos cuchillazos: todo el conjunto de gente que no siente ningún inconveniente en destrozar las maravillas de su país o utilizar a aquel pueblo que cree el suyo .